¡Fuerza, Illapu! Esa exclamación que se cuela en tantas de las canciones del grupo de antofagastinos fundado en 1971 señala un sugerente punto de partida para explorar aristas hasta ahora desatendidas de la Nueva Canción Chilena. Esa fuerza, invocada a viva voz por cualquiera de los hermanos Márquez o por el singular Eric Maluenda, caracteriza la cualidad bailable de buena parte del repertorio de Illapu, al tiempo que remite vívidamente al colorido imaginario de una música nortina que se reinventa con ellos para una audiencia masiva, eminentemente popular. Este capítulo pretende indagar precisamente en los colores sonoros de Illapu. Examinando distintos aspectos de sus configuraciones tímbricas, intenta vislumbrar cómo el sonido de la Nueva Canción Chilena deslinda en prácticas localizadas fuera del centro del país, lejos también de típicas coordenadas como la canción protesta norteamericana y la cantautoría internacional. En un sentido amplio, entonces, se busca repensar el sonido del movimiento musical a partir de la observación detallada de uno de los grupos que, aunque usualmente nombrado en sus listas de artistas, ha recibido escueta atención musicológica.